Visto y no visto.
Mi propósito de escribir más, o de al menos forzarme, y esforzarme, a hacerlo una vez al mes, se desvanece. Siento en mi cabeza un tic tac que se vuelve más fuerte y apremiante a medida que transcurren los días del calendario. Encuentro mil motivos para sentarme y aporrear el teclado, pero siempre son desbancados por otros tantos que me hacen atender la urgencia, esa enfermedad que se apodera de nuestros días.
El otro día hablaba con Gonzalo de la rutina y de cómo romperla, o mejor dicho, de cómo darle la vuelta. Hablábamos de cómo celebrarla buscando en ella el refugio ante tanta incertidumbre agobiante.
¿Es un oxímoron?
Pensaba en todas estas cosas intentando escapar de la tediosa tarea, escolar, de preparar la presentación oral del curso de francés en el que nos embarcamos hace ya tiempo y que también nos ayuda a echarle fatiga a la rutina. Intentar ser bilingue en este idioma de pensadores no es ninguna broma y más vale estar bien preparado para combatir vocales con variaciones infinitas, terminaciones verbales que te hacen sudar, pronombres en cadena y sin frenos, y la no menos importante y numerosa serie de dobles consonantes que habitan en multitud de palabras... Como véis, tenía muchas ganas de sumergirme, casi literalmente, puesto que el trabajo era sobre la acidificación de los océanos, en esta dichosa tarea, cuando encontré algo maravilloso que necesitaba compartir.
Hoy quiero despedazar mi rutina post laboral, cumpliendo a la vez mi objetivo bloguero autoimpuesto. El día de la Tierra, me lo ha puesto en bandeja. Soy una firme creyente de que en la vida hay que reírse, y aunque en ocasiones me cuesta practicar libremente esta filosofía, sí que creo que el sentido del humor es la única vía para vivir en un mundo que, reconozcámoslo, es y siempre ha sido hostil. Hemos domado este planeta, pero por mucho que nos lo creamos, no somos sus dueños, y no acabamos de verlo así.
El tema de la ecología me interesa desde hace mucho, y creo que como a cualquier persona con algo de frente (ya no digo dos dedos), me preocupa. Nuestra profesora parece mucho más radical en su postura y nos impuso los temas cerrados a todos, sin capacidad de decisión ni posibilidad de rechistar. Supongo que en una sucesión causa-efecto, deberé agradecerle en el futuro que su tema, me haya llevado a descubrir a Rohan Chakravarty.
¿Qué ocurre cuando se junta un tema interesante con un gran ilustrador que además tiene un aún mayor sentido del humor? Pues en mi caso la respuesta es sencilla. Minutos y minutos de rabbit hole riéndome sola en Green Humour, la web de este indio que durante sus primeros años tuvo que compaginar su pasión por la ilustración y el mundo natural con una carrera de odontología que parecía mucho más adecuada en su pueblo. Y así, poco a poco, trabajando por las noches en su tiempo libre desarrolló una serie de tiras cómicas que en 2013, Universal Press Syndicate eligió para su distribución en línea en su sitio web Gocomics. Rohan consiguió así ser el autor de la primera tira cómica distribuida internacionalmente de la India y dedicarse a la caricatura a tiempo completo.
“Un dibujante tiene una responsabilidad única. Si bien la mayoría de la gente ve el trabajo de un dibujante como un resumen visual y humorístico de las noticias diarias, yo lo veo como un reflejo visual del estado de ánimo de un lector de periódicos tipo en un día en particular, lo cual es una tarea realmente difícil"
Green
humour es su manifiesto para concienciar sobre la naturaleza y los
peligros de nuestro tiempo, un mensaje que pide una mejor gobernanza, una alerta sobre el materialismo y una sugerencia a rebajar el
consumo innecesario. Porque a veces no hay nada más serio y llamativo que reírse de los problemas.
Queridos terrícolas disfruten de sus dibujos y sean responsables...
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