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Mostrando entradas de 2021

ReciprocidadicorpiceR

Un mes, un post.  Ya llego tarde.  Pero quiero compartir algo que me lleva rondando durante los últimos meses.  Crecer es darse cuenta también de la soledad, de los sentimientos de cada uno, de la profundidad de calado de cada quién, y sobre todo, de la reciprocidad.  En mi caso, salvo en alguna ruptura sentimental, me ha costado mucho siempre disociar mis emociones hacia los demás. Tiendo, equivocadamente, a pensar que lo que significa una persona para nosotros, el encanto de su forma de hablar, el universo maravilloso que crea, sus anécdotas cómicas y sobre todo, el cariño que nos produce, es semejante a lo que nosotros podemos producir en ella.  Error.  La experiencia demuestra que por mucho que nos empeñemos, la proporcionalidad, la semejanza no existe en las relaciones humanas, y que si existen, son como el unicornio en el emprendimiento, como una estrella fugaz en nuestros cielos urbanos contaminados, una utopía.  Teniendo en cuenta que cada persona es diferente, un mundo, la jus

[Elles font] l'abstraction

 Tras tres horas, y con dolor de piernas mediante, salí extasiada y maravillada a partes iguales de una de las exposiciones del año, "Elles font l'abstraction". Me gustan los museos y sus exposiciones, pero es cierto que deben tomarse en pequeñas dosis. Evitar las indigestiones de datos y también, por qué omitirlo, el dolor de cervical de tanto cartel no parecen un problema de esta retrospectiva del Pompidou. La realidad es que, muy al contrario, llegué a la última sala leyendo hasta el último y recóndito cartel (por que la obra era un rodapié) y deseando retener en mi memoria todo lo que había visto. Y puedo afirmar que no fui la única. Extracto de "Which in the world", Shirley Jaffe, 1957 Es una exposición que podría haber muerto por su propio éxito, sobre todo por un aforo que en algunas ocasiones no llega a cumplirse. ¿Cómo evitar aglomeraciones cuando en la primera sala descubres a una artista abstracta en pleno siglo XIX? No es oro todo lo que reluce y ev

2°20′14.025″ E

Siempre me han encantado los misterios, las anécdotas, los recuerdos. Soy capaz de recordar detalles específicos para siempre, pero a veces no recuerdo ni lo que he hecho hace una semana. Supongo que si continuo aquí, escribiendo detrás de la pantalla es porque este blog siempre ha ido de eso, de la mezcla, de la sorpresa, del descubrimiento. Todo comienza en la place de l'Ilê-de-Sein, donde un plinto de piedra sostiene el fantasma de lo que le daba su razón de ser: F. ARAGO 1786-1853 Souscription nationale Y es que así fue. De 1893 a 1942 una estatua de bronce de François Arago presidió la plaza como propietario y vigilante. Sin embargo, como tantos otras obras, la estatua fue fundida por los alemanes durante la ocupación en la Segunda Guerra mundial, dejando esa pilastra huérfana. Nuestro protagonista es uno de los científicos y personalidades más interesantes de su época. Conquistado por la astronomía desde su infancia, dedicará parte de su trabajo a estudiar nuestro planeta,

El pinchazo

Esta semana me vacuné.  Quizá no sería algo reseñable y que mereciese la pena escribir en un apartado hueco del universo. Esta semana nos vacunamos y mi hipersensibilidad, tan poco profunda, me producía ganas de llorar. Supongo que muchos leeréis esto y no entenderéis nada, y otros lo leeréis y lo sentiréis como propio si ya ha llegado el momento, o puede que cuando llegue. Me fui a vacunar tras un par de meses buscando la opción de hacerlo, yendo incluso a esperar las dosis sobrantes en los días festivos. Me fui a vacunar por mí y mis compañeros, una opción que parecía imposible hasta el otro día cuando conseguimos dos citas en diferentes sitios y a diferentes horas. Nos dio igual. No me gustan las jeringuillas y mucho menos soporto que me saquen sangre, pero este pinchazo, además de bien ejecutado por una encantadora bombera, fue liberador porque era voluntario. Durante el camino de ida, la posterior espera de rigor insitu y la vuelta a casa, no podía dejar de pensar en los catorce m

Humor verde

Visto y no visto.   Mi propósito de escribir más, o de al menos forzarme, y esforzarme, a hacerlo una vez al mes, se desvanece. Siento en mi cabeza un tic tac que se vuelve más fuerte y apremiante a medida que transcurren los días del calendario. Encuentro mil motivos para sentarme y aporrear el teclado, pero siempre son desbancados por otros tantos que me hacen atender la urgencia, esa enfermedad que se apodera de nuestros días. El otro día hablaba con Gonzalo de la rutina y de cómo romperla, o mejor dicho, de cómo darle la vuelta. Hablábamos de cómo celebrarla buscando en ella el refugio ante tanta incertidumbre agobiante.  ¿Es un oxímoron? Pensaba en todas estas cosas intentando escapar de la tediosa tarea, escolar, de preparar la presentación oral del curso de francés en el que nos embarcamos hace ya tiempo y que también nos ayuda a echarle fatiga a la rutina. Intentar ser bilingue en este idioma de pensadores no es ninguna broma y más vale estar bien preparado para combatir vocale

8760 horas en la vida de una mujer

Como suelo acostumbrar, planeaba escribir sobre alguna gran mujer que hubiese descubierto en el último año. Por proximidad, redescubrir el torrente de genio de una tal María Casares , prácticamente desconocida ya en España, o escribir sobre las patentes de Beulah Louise Henry , que mejoró la calidad de vida de tantas generaciones. Sin embargo, sin ser yo ejemplo ni espejo de nada ( los que me conocen saben que no soy militante de ningún tipo), sí soy mujer por nacimiento y decisión, quiero escribir una pequeña nota personal sobre mis últimas reflexiones. Hace un año, en esta misma fecha, esperaba con ilusión y nervios el sí definitivo para incorporarme a un estudio de arquitectura bastante conocido de París. Había tenido entrevistas en varios y éste, además de ser el que más me interesaba, era también el que parecía más interesado en mí. El sueño de mi vida en París estaba ahí, al alcance de los dedos. Esperaba su llamada con nervios e ilusión, los mismos que me habían hech