Si ahora mismo pudiese teletransportarme, que es justamente el objetivo de esta sección, me olvidaría por un rato de lo que me gusta el otoño que ya empieza a asomarse en esta vieja Europa. Cargaría una maleta con libros, con el material para todas las manualidades y labores pendientes, cogería el ukelele olvidado y abandonaría todos mis aparatos electrónicos. Porque si bien todas las casas que me llaman la atención suelen ser de una época muy concreta, no es menos cierto que hay muchos detalles silenciosos asiáticos que me gustaban antes de verlos en directo.
No sé a vosotros, pero a mí me gustan la exuberancia tropical y las lluvias torrenciales (evidentemente no las que acaban en inundaciones, claro). Son justamente las causantes de lo que me encanta: esos suelos de terracota envejecidos con algo de verdor, los muros desconchados de antiguos colores vivos ya caídos, las puertas abiertas y las telas fluidas.
Sé que hasta ahora la arquitectura contemporánea ha ocupado el espacio, pero esta casa en Lunuganga, Sri Lanka, es el sueño de una noche de viernes del final del verano, y su propietario e inventor, Geoffrey Bawa, el arquitecto más famoso del s.XX de su país.
Bawa (1919-2003) no fue un esrilanqués más, sino que pertenecía a una familia donde se mezclaban ascendencias inglesas, alemanas, escocesas... y por supuesto, bien avenida. De hecho, con solo 28 años había pasado un tercio de su vida lejos de su país, ya que estudió derecho en Cambridge, trabajó en Londres, viajó por Oriente, Estados Unidos y quiso establecerse en Italia.
Cuando en 1948 regresa a casa, compró una finca de caucho una finca de caucho abandonada en la costa suroeste de la isla entre Colombo y Galle, planeando crear un jardín italiano en un desierto tropical. Careciendo de conocimientos, vuelve a Inglaterra para estudiar en la Architectural Association de Londres, donde es recordado como el estudiante más grande, más mayor y más franco de su generación.
En 1951, fue aprendiz, lo que sería un becario, de Edwards Reid y Begg en Colombo, el mejor estudio del país, y seis años más tarde, se convirtió en asociado del Royal Institute of British Architects, tras lo cual pudo entrar como socio del estudio. A partir de ahí, proyectará muchos edificios del denomisnado "modernismo tropical", que acabo de descubrir.
Geoffrey y su hermano Bevis, paisajista, eran parte de un ambiente que se sentía atraído por la idea de Ceilán como un lugar de belleza, sensualidad y evasión. El impulso de gran parte de su trabajo fue el deseo de crear paraísos privados. Su arquitectura bebe de la colonial pero también de la tradicional ceilandesa, y el papel del agua en ella, pero rechazó la idea del regionalismo y la imposición de formas preconcebidas en un sitio.
Ganador de numerosos premios y medallas, trabajó principalmente en Sri Lanka, pero también tiene obras en la India, en Indonesia, Mauricio, en Japón, Pakistán, Fiji, Egipto y Singapur... y se le conoce especialmente por el Parlamento de Sri Lanka.
La finca de caucho en Lunuganga forma parte del patrimonio cultural. Bawa trabajó incansablemente para transformar la casa y los jardines inspirándose en los renacentistas italianos, el paisajismo inglés, el arte de los jardines japoneses y los jardines acuáticos de la antigua Sri Lanka.
Actualmente, se conserva tal y como él la dejó tras su muerte, y convertida en un hotel boutique, se puede disfrutar de ella.
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