Por no cambiar, elijo en marzo la casa de febrero. Como también es costumbre, necesito explicar el contexto antes de ir al grano, para que no quede en vano, para que no olvidemos los 10 días de desánimo que llevamos, la pesadumbre, la desesperanza y la rabia acumulada. Porque uno se siente indefenso en este mundo en el que, en vez de esperar a que llegue una nueva primavera, nos sumimos en el frío de una guerra deseada solo por unos pocos.
A mí, que me afecta todo mucho más de lo que me gusta admitir, me duele el estómago, lloro con la radio, no quiero sacar la cabeza de debajo del edredón por las mañanas y me pregunto si es normal seguir con nuestras vidas diarias como si nada. Y por no seguir en esta ruleta, para engañarme con un mundo feliz, cierro mi maleta y viajo a Cape Cod, Massachusetts. Siento cruzar de nuevo el océano, pero a mi favor tengo que decir que algo debía pasar aquí para que el paisanaje fuese de lo más variopinto e interesante, desde Gropius o Breuer, hasta mi admirado Saul Steinberg.
La realidad es que en Wellfleet se creó un microclima en donde grandes arquitectos del sXX construyeron refugios vacacionales para los afortunados que descubrieron esa zona natural cuando era casi virgen. Todas esas casas, a cada cual más apetecible que la anterior, forman un entorno ya catalogado y en proceso de recuperación por The Cape Cod Modern House Trust (CCMHT), quien además gestiona su alquiler.
Elegir una de las maravillosas casas escondidas entre los pinos es complicado. Todas ellas juegan a la experimentación, a crear piezas en el paisaje, y la madera y la piedra se mimetizan con el lugar. Sin embargo, la casa Hatch y su interior, son el mejor refugio para la oscuridad de esta época que vivimos.
John Hughes Hall, niño rico, descubrió Wellfleet a finales de los años 30. Compró 180 acres y
una granja muy antigua en Bound Brook Island a Katie
Dos Passos, esposa del escritor John Dos Passos, por 3.500 dólares. Él y sus amigos Jack Phillips y Hayden Walling fueron los
tres diseñadores/constructores autodidactas. En 1946, Hall abrió su propio estudio de diseño industrial, trabajando en una serie de
importantes exposiciones itinerantes para el Servicio de Información de
Estados Unidos. También trabajó con Charles y Ray Eames en un dispositivo de iluminación en 1964
y diseñó una mesa de café para el restaurante del Museo de Arte
Moderno.
Hall
enseñó en el Departamento de Diseño Industrial de la Parsons School of
Design en 1957 y también tuvo un estudio de arquitectura en
Nueva York, especializándose en renovaciones de casas adosadas (incluyendo
una para sus amigos, Serge y Barbara Chermayeff). De niño pijo, se convirtió en un personaje querido en la zona, donde vivió hasta su muerte en 2003.
Pero volviendo a lo que nos ocupa, la casa experimental Hatch fue diseñada por Jack en 1960 para Robert Hatch, un editor de The Nation y su esposa Ruth, una pintora. Se trata de una casa formada por módulos cúbicos que van creando una matriz que flota sobre la ladera orientada al oeste para ver el atardecer sobre la bahía. Además la temperatura, el soleamiento o las corrientes se controlan mediante persianas y toldos que conectan sus cubiertas. El paisaje sigue conservado como en los cincuenta y la casa estuvo ocupada por la familia Hatch hasta 2008, cuando la propiedad pasó al Servicio de Parques Nacionales.
Actualmente se puede alquilar con todos los muebles y obras de arte originales. Eso sí, no hay internet ni calefacción.
L.
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