Creo que somos víctimas de nuestras expectivas.
No esperaba empezar mi post de abril (para variar en mayo) con esta pesada frase. Creo que somos víctimas de nuestras propias expectativas, y por tanto de nosotros mismos, aunque no conozca a nadie que me lo haya reconocido. Lo creo porque es algo que me ronda la cabeza muchas veces al escuchar la radio, al leer el periódico, al hablar con mis amigos... ¿Somos realmente la generación formada y perdida que nos creemos o somos mucho más exigentes que nuestros antecesores?
Ya me imagino a alguien pensando, "¡cuidado!, ser exigentes o querer mejorar nuestras condiciones no tiene nada de malo". Por supuesto que no y un blog personal no deja de ser un "eter" subjetivo, pero no hablo de un conformismo vago, sino de que quizá hayamos perdido el contacto con el suelo, la historia, la propia vida, lo que ha sido y es la realidad para la mayor parte de la población. Lo que me pregunto es, ¿no nos daremos mucho más bombo, nos comeremos más los sesos, careceremos de pautas y seremos menos humildes que nuestros abuelos?
En enero, para calentar motores, me imaginé un fin de semana nevado en la casa Fisher, y pondría la mano en el fuego al afirmar que no hay arquitecto en el mundo con el título debajo del brazo que no conozca a su creador, Louis Kahn. ¡Empecé fuerte!. Considero que cuando uno se lanza a la piscina, lo hace con crema solar factor 100 y manguitos si hace falta.
Sin embargo, mi propósito de estas entregas mensuales, igual que el origen de este blog, es una búsqueda personal, una huída hacia adelante, una thermomix (aunque sea de la marca Lidl), donde volcar, compartir y disfrutar del conocimiento y la belleza.
A medida que pasa el tiempo uno se da cuenta de que, indudablemente, Louis Kahn solo hay uno, pero si nos paramos, si dedicamos un poco de tiempo a indagar, descubriremos a centenares de miles de profesionales que han hecho cosas marvillosa y es por ello que me gusta redescrubrirlos cada mes. Quizá el equilibrio no sea erradicar las expectativas como el deseo en los budistas, sino que éstas sean mucho más modestas, como lo fue el arquitecto de la casa de abril.
Calvin C. Straub era para mí un ser desconocido. Este arquitecto americano, profesor en Phoenix y en la University of Southern California, fue uno de los mejores diseñadores de la arquitectura californiana de mediados del siglo XX. Aunque su nombre no se recoja en nuestros planes de estudios, se le considera el padre de una rama de la arquitectura moderna regional que intentaba resolver el clásico dilema de la relación entre la arquitectura, la naturaleza y la artesanía desde una nueva y contemporánea visión. Fue discípulo de grandes arquitectos como Wright o Schindler, estuvo empleado por Neutra y fue el mentor de otros como Gehry o Koening. ¿Cómo nunca he leído sobre él? Ahí están, los arquitectos estrellas y las expectativas de las jóvenes generaciones...
Durante sus 47 años de proyectos, firmados en solitario o con el estudio Buff, Straub and Hensman, al que se sumó en su etapa en Arizona. sus proyectos son un catálogo residencial de arquitectura bien proporcionada, cálida, fresca, enclavada en el lugar... todo lo que me hace emocionarme y disfrutar de este arte, y todo lo contrario a lo que vemos cada día. Entre sus obras se descubren las viviendas privadas de actores históricos, de familias normales o de jueces.
La casa de abril, actualmente denominada Blodgett-Calvin, parte de un antiguo proyecto de Straub pero ha sido remodelada por el estudio Fung + Blat para adecuarse a los usos de sus nuevos propietarios. El trabajo de paisajismo es precioso, usando especies autóctonas que evitan la erosión e intentan preservar el agua en el terreno. Espero que esto me sirva de excusa para justificar que comparta arquitectura actual, y sobre todo, que os guste tanto como a mí.
L,
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