No sé si soy la única, pero junio me ha sobrevolado. Por un lado siento que el mes ha pasado volando y no doy crédito a que aquí esté otra vez escribiendo "a mes pasado", pero por otra parte he hecho tantas cosas y no he parado de moverme, que creo que he hecho magia y estirado los 30 días de este mes. Puede que también las horas de luz jueguen a mí favor, pero diré que solo un poco, para no quitarle mérito a mi hiperactividad.
Junio se pasó y creo que todos tenemos la cabeza lejos del ordinador aunque pasemos más de nueve horas delante de él. Por eso, y porque volver a los maestros nos hace más sabios, mi maleta lleva una etiqueta con destino a Brasil.
Paulo Mendes da Rocha fue un arquitectos brasileño que nos dejó el año pasado. Aunque es mundialmente conocido por su arquitectura, también fue pintor, diseñador, restaurador y profesor, y mi silla favorita salió de su cabeza, aunque su precio no me guste tanto. Todos los críticos definen su obra como singular, y con un gran alcance plástico, a pesar de que es cierto que para el común de los mortales su estilo brutalista, geométrico, con su uso del hormigón como principal material, puede chirriar si lo comparamos a su compatriota archiconocido Oscar Niemeyer. Además su obra es muy local, con la mayor parte de sus proyectos en Sao Paulo, por lo que a pesar de sus numerosos premios, incluyendo el Pritzker, no es tan conocido.
En general, su obra se compone de viviendas unifamiliares, algunos apartamentos y equipamientos cultural, como el estadio Serra Dourada en Goiania (1973), el Museo Brasileño de la Escultura (MuBe) en Sao Paulo (1988), o la reestructuración de la Pinacoteca de Sao Paulo (1998). Sin embargo, el proyecto sin más personal y estudiado es el de su propia casa en el barrio del Butanta (1964-1966).
No obstante, no es este prisma de hormigón elevado y fundido en la selva lo que me hace escribir hoy sino una casa inédita, que se llegó a creer demolida por causa de la ausencia de registros en la oficina del arquitecto. Se trata de la única obra construida por Mendes da Rocha en el estado de Río de Janeiro entre 1973 y 1974. El promotor, Ignacio Gerber, era un ingeniero que, en aquel tiempo, era socio de uno de los principales estudios de análisis de terreno de Brasil, Consultrix Ingenieros Asociados y quien solía trabajar con Mario Franco, calculista a su vez de Mendes da Rocha. Una cadena de contactos.
Esta casa de vacaciones está en Angra dos Reis, en la costa carioca, y se levanta sobre una gran roca, a pocos metros del mar. El acceso ocurre por el descenso en un sendero sinuoso, inmerso en abundante vegetación, conduciendo a la casa sin darnos cuenta. La cubierta está completamente rellena por una superficie de agua, para optimizar la resistencia del hormigón y garantizar tanto el aislamiento térmico como la perfecta impermeabilización, recurso habitual del arquitecto. Como todas sus distribuciones, el orden es drástico, con un gran espacio sin divisiones, con una panda de habitaciones y baños y un bloque que alberga la cocina. El hormigón desnudo es omniprsente, exponiendo su textura en la estructura, el techo y el mobiliario integrado, como la presencia de diferentes elementos. Una mesa enorme, los cuatro pilares redondos de cemento armado dispuestos a corta distancia entre sí para liberar el ambiente principal de su interferencia, el parapeto y el brise que recorren la fachada lateral. Pero sin duda el elemento principal es el paisaje, recortado por la ventana en longeur.
En la Casa Gerber encontramos un pequeño pedazo de roca, ramificación de aquella sobre la cual se asienta la casa, que aflora sobre el nivel del suelo. En lugar de incluirla en la casa o dejarla fuera como un Objet Trouvé, Mendes da Rocha la corta con el vidrio.Ahí está un detalle demostrativo. El aflorar de la piedra, evocando la inevitable fricción entre la forma irregular de la roca y el plano perfectamente horizontal de la casa atestigua la conciencia del arquitecto de que la naturaleza no puede mantenerse intacta: la arquitectura está condenada a construir un mundo que no se da en la naturaleza.
Si alguien más quiere coger su maleta, que eche un vistazo aquí. Hay muchas cosas mejorables, pero... ¡qué continente!
L*
Para ti, curioso, que has llegado hasta el final... más fotos aquí.
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