En un mes de marzo estrenado por el día de la mujer y casi finiquitado con la llegada de la primera, todo se tiñe de morado en este mes.
A menudo leo las estadísticas públicas sobre mi profesión en Francia y se da la paradoja de que las escuela de arquitectura están plagadas de mujeres, pero los estudios en propiedad de éstas o con ellas en puestos directivos son contados.
En este punto, una de mis batallas actuales es ser arquitecto, arquitecta, con cualquier letra. Porque, y con respeto a los arquitectos de interiores, existe la idea común de que cuando eres mujer y dices que eres arquitecto, inmediatamente debes dedicarte solo al interiorismo. Y entonces te preguntan con más detalle "¿pero de edificios?" Sinceramente creo que nadie le pregunta eso a mis colegas.
Es cierto que la sociedad está cambiando y que como todo lo que exige repensar los matices y las mentalidades, conlleva tiempo. Pero también lo es que cuando veo las lista de arquitectos mujeres, hay que buscar y cuando pienso en referentes, aún más.
Quizá hay esperanza. El año pasado disfruté escuchando a Dorte Manrup en la casa de Dinamarca en París y creo que en mi cabeza por fin sonó un click de "de mayor quiero ser como ella..." y lo mismo me sucedía el pasado enero cuando el Instituto Francés, la institución más elitista y garante del conocimiento elegía a Anne Demians como primera mujer dentro del selecto grupo de arquitectos en nómina.
Me pregunto si los hombres se cuestionan los referentes o no lo necesitan porque están, existen, son omnipresentes.
Este mes de marzo Matilde ha recuperado algo de gloria. Quién fue la primera mujer arquitecto de España y encima buena y eficaz a rabiar, ha aparecido en la prensa y en los homenajes póstumos.
Matilde Ucelay fue una todoterreno que ya apuntaba maneras cuando estudió dos cursos de la carrera en uno. Durante cuarenta años de profesión realizaría más de 120 proyectos, sobre todo bonitas y selectas casas unifamiliares. No obstante, algunos de sus primeros trabajos no están firmados por ella ya que tras la guerra civil fue juzgada en un consejo de guerra por su participación en la Junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos de Madrid. Se la inhabilitó a perpetuidad para cargos públicos, directivos y de confianza, y su título obtenido en 1936 no le fue expedido oficialmente hasta el año 1946.
En los años cincuenta, su candidatura a la junta directiva de la Asociación de Mujeres Universitarias, de la que fue fundadora con el carnet número siete, fue vetada por las autoridades franquistas.
Sin embargo, en 2004 se le otorgó el premio de Arquitectura más importante de España, el Premio Nacional de Arquitectura.
Sea la casa de marzo, la que diseñó para su hermana en Nueva York, un homenaje a todas las brillantes mujeres arquitect@s que conozco y admiro.
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