Thomas Jorion se hizo de carne y hueso cuando una lluviosa tarde de jueves en febrero conseguí llegar a una conferencia sobre Camboya en el
Museo Quai Branly-Jacques Chirac. Llegué un poco tarde, mojada y a pesar de la vergüenza, me tocó sentarme casi a su lado en la gran mesa que preside los encuentros de la coqueta y acogedora biblioteca del museo.
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Residencia privada en el delta del Mekong, Vietnam. Thomas Jorion. |
Durante algo más de una hora, su discurso siempre humilde y cercano fue emergiendo espontáneamente precedido por el "click" de la transición de cada una de sus fotógrafías, como una conversación íntima entre amigos que reflexionan en voz alta. Este tímido fotógrafo parisino es un esteta cuyas instantáneas reflejan un mundo que convive entre el presente y una realidad ya inexistente. Un paisaje atemporal, capturado en el tiempo para siempre gracias a este autodidacta amante de lo analógico.
En esa intimidad nos contó cómo descubre los lugares que fotografiar, cómo estudia las orientaciones y el escenario antes de viajar a ellos, o cómo trabaja con la luz natural y su cámara analógica de gran formato (4x5") como únicos compañeros de viaje. También nos indagó en la paradoja de las expectativas y cómo en ocasiones ya de vuelta en su estudio, la calidad de una fotografía inesperada supera a la imagen buscada, pensada y repetida durante horas. Todas sus fotografías siguen las mismas directrices, los espacios vacíos
y sugerentes. También la datación de estilos artísticos y
arquitectónicos y del viaje de éstos a rincones lejanos en donde se
buscó adecuarlos a lo vernáculo. Y por supuesto nos mostró su predilección, los lugares coloniales del imperio francés o lugares que estuvieron bajo su presencia como Vietnam, Senegal, Marruecos, Madagascar, la India, Guayana, Guadalupe, Camboya, Argelia, Haiti, China y Estados Unidos. Un proyecto recogido en su libro
Vestiges d’empire cuyas instantáneas me tienen fascinada. Como bien confirma Jorion,
"...Quería fijarlos en mis negativos para que las historias que contienen continúen vivas...", la misma máxima de su futuro
Veduta en Italia.
Somos espectadores privilegiados y a la vez invisibles de lugares remotos, casi imaginarios, como si nos abriesen una pequeña ventana indiscreta y nos quedásemos hipnotizados y atraídos por saber que no deberíamos estar ahí. Sus paisajes nos invitan a imaginar y a componer las piezas del rompecabezas que su estado actual nos sugiere de otros tiempos, desde su pasado esplendoroso con el lujo de sus acabados y policromías a los habitantes que los vivieron y disfrutaron. Desde la sobriedad original de algunos, a la exuberancia y colorido de la vegetación que ahora los invade y destruye poco a poco. Nos ofrece el presente de estos lugares despojados de nuestra presencia, vacíos de la humanidad creadora en una íntima, y no confirmada, reflexión sobre la genuina belleza de su abandono y su esplendorosa existencia sin nosotros.
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Iglesia neo en el delta del Mekong, Vietnam. Thomas Jorion |
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Prisión para el comercio de esclavos en el s.XIX en Petit-Canal, Guadalupe. |
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Cárcel en la Guayana francesa. Thomas Jorion |
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Edificio racionalista en Senegal. Thomas Jorion |
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Livello, Piemonte, Italia. Thomas Jorion |
Parco en palabras en muchas ocasiones, sus fotografías eran suficientemente elocuentes como para necesitar explicación alguna, y así llegó el fin de este inesperado encuentro, volviendo al ruido y la lluvia de una ya nocturna escena parisina. Quién nos iba a decir entonces que ese vacío tan buscado por Jorion para fotografiar esos lugares especiales, se convertiría ahora en una realidad global. Quién pudiese ser invisible, e inmune, y salir a pasear por este París desierto, por esa Roma abandonada por los turistas, por la siempre ruidosa e insomne Saigón sin motos, la hasta hace poco concurrida Nueva York, o como simplemente desea mi padre cada día, con una bicicleta por nuestro solitario Oviedo.
Para más información y proyectos:
Thomas Jorion Photographe
Todas las fotografías pertenecen a
Thomas Jorion.
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